Ha muerto Vicente Ferrer y oigo en las tribunas que ya se alzan voces atribuyéndose adjetivos que, creo, a él le abrían disgustado: ateo, laico, espiritual, agnóstico, cooperante…Creo que, esencialmente, era un hombre bueno con un espíritu tolerante y altamente positivo. Que de la lucha a favor del bien hizo el objetivo de su vida.
Ojala ahora que estaremos leyendo sobre él durante un par de semanas, su idealismo sea contagiante y logre que todos luchemos por hacer un mundo mejor, fuera de los estereotipos establecidos: ricos, pobres, iglesia, laicismo… Sumando esfuerzos y luchando para que lo que nos separa sea siempre menor que lo que ayude a unirnos.


Nadie se acordaba de él y de pronto nos pasamos una semana sacándolo cada día por televisión. La hipocresia habitual de los medios y de todos nosotros.
ResponderEliminarVicente Ferrer ha realizado una gran labor y merece el reconocimiento que se le ha dado, ya forma parte de la historia de Anantapur
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